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El Cátalogo Nacional: un perjuicio agrícola

Dominique Guillet

Traducción de Sharanam en Auroville


Origen del catálogo Nacional

La primera versión de este catálogo, que aparece con el decreto del 5 de Diciembre 1922. (J.O. del 8 de Diciembre de 1922, p. 11167) tiene por finalidad establecer un registro de las plantas seleccionadas cuyo control es asegurado por un comité de inspección. En la época este decreto concernía solamente a “las obtenciones de una especie o variedad nueva” y las condiciones en que el depositante podía reivindicar “el uso exclusivo de la denominación dada”. El 26 de marzo de 1925, J.O. del 29 de marzo, p. 3189-3191) es adoptado un decreto que instituye un registro de las plantas seleccionadas titulado “Represión de los fraudes en el comercio de las semillas de trigo”.

El informe preliminar especifica que este decreto debe ser adoptado porque los negociantes poco escrupulosos engañan a los compradores “lanzando al mercado semillas ordinarias a las que una publicidad bien hecha les atribuye fraudulosamente el nombre y las propiedades de variedades reputadas por su buena calidad, o bien, esas semillas ordinarias son presentadas como nuevas variedades seleccionadas”.

Presentamos pues aquí un registro de las plantas cuyas condiciones de inscripción, y las medidas a tomar en caso de presunción de fraude, son especificadas por los diferentes artículos.

La noción a retener es la de falsificación. El decreto del 16 de noviembre de 1932 (J.O. del 19 de noviembre de 1932, p. 12006-12067) procede a “la institución de un catálogo de las especies y variedades de plantas cultivadas y de un registro de las plantas de gran cultivo seleccionadas”. Esto añade un concepto nuevo en la represión de los fraudes: el concepto de protección de las obtenciones.

Por otra parte el artículo 12 de esta orden no deja ninguna duda sobre las condiciones de inscripción: Art .12 – la mención de “especie o variedad”, inscrita en el registro de plantas seleccionadas, es propiedad exclusiva del obtentor de la novedad pero él no podrá hacerlo efectivo hasta que se haga la inscripción definitiva. El comercio de las semillas, tubérculos, bulbos, injertos o esquejes de una planta inscrita, está subordinado a la autorización expresa del obtentor”.

Se trata, en todo lo que precede, de proteger las obtenciones vegetales. Para hacerlo era necesario establecer organismos de control. El GNIS (Agrupamiento Nacional Interprofesional de las Semillas) es creado el 11 de octubre de 1941 por la ley nº 14194, completada por la ley nº 383 del 2 de agosto de 1943.

En el sitio del GNIS encontramos una mención según la cual este organismo, bajo su forma actual, data de 1962. No obstante el GNIS es creado, enteramente, por el gobierno del Mariscal Pétain, en 1941.

El CTPS (Comité Técnico Permanente de la Selección) se crea por el decreto nº 594 del 2 de febrero de 1942. Al parecer las atribuciones del CTPS, en sus comienzos, se limitaban a la selección y al control de calidad de los trigos.

Observemos que la creación de estos dos organismos data de un periodo turbio, por no decir fangoso, de la historia de Francia. Es también por otra parte en ese mismo periodo, cuando fueron creadas la Orden de los Médicos y la Orden de los Farmacéuticos (con las supresiones subsecuentes de los diplomas en medicina homeopática y en herboristería). ¡Sin duda solamente son coincidencias!

Lo que sí es cierto, en nuestros días, es que son las mismas multinacionales (¡ciencias de lo viviente!) las que controlan la farmacia, los agro-tóxicos, las semillas y los transgénicos.

En 1961 los profesionales crean el UPOV (Unión para la Protección de las Obtenciones Varietales).

En 1981, aparece el decreto 81-605 del 18 de mayo de 1981, establecido para la aplicación de la ley del 1 de agosto de 1905 sobre los fraudes y falsificaciones en material de productos y servicios, en lo que concierne al comercio de semillas y plantas (J.O. del 20 de mayo de 1981). Su artículo 5 estipula que: “ El ministro de agricultura tiene un catálogo que comporta la lista limitativa de variedades o tipos varietales cuyas semillas pueden ser “introducidas en el mercado” dentro del territorio nacional.

La inscripción en el catálogo está supeditada a la triple condición de que la variedad sea distinta, estable y lo suficientemente homogénea.”

Este decreto, no lo olvidemos, “se adopta para la aplicación de la ley del 1 de agosto 1905 sobre los fraudes y falsificaciones en material de productos y servicios, en lo que se refiere al comercio de semillas y plantas”.

¿Estamos confrontados a una ruptura estratégica?

En efecto, no se ve muy bien la relación directa entre un catálogo oficial limitativo de “variedades” y el delito de fraude o de falsificación en cuanto a obtenciones. De hecho estamos confrontados a una deriva inexorable y solapada.

El Estado comenzó a legislar para proteger las “obtenciones vegetales” y ha terminado por establecer catálogos prohibiendo la comercialización y por lo tanto el uso agrícola de variedades no inscritas, o de variedades que no pueden ser inscritas, porque no responden a las normas de “distinción, homogeneidad y estabilidad” (DHS).

Todo esto nos suena a ya oído: Dogmas infalibles que fueron proclamados (homogeneidad, estabilidad, heterosis, determinismo genético, resistencia monogénica, antiguas variedades superadas, semillas campesinas pasadas de moda, agricultura ecológica incapaz de alimentar al mundo, etc.) se pasan decretos, establecen inquisiciones omnipotentes y los irreductibles son hostigados.

El catálogo oficial: barómetro de la erosión genética

Cuando tuvo lugar el Coloquio sobre Semillas Campesinas de Auzeville, el Director General del GNIS, Philippe Gracien, consideró necesario un comunicado de prensa que nos informó de que : “Los resultados de esas investigaciones (de la industria de las semillas) son remarcables: sólo en Francia, si de 1950 a 1975 sólo fueron aportadas 91 nuevas variedades a los agricultores y por consiguiente a los consumidores, desde el año 1975 al 2000, fueron creadas 3244 nuevas variedades, es decir, 35 veces más.”

Para más detalles aconsejamos al lector que consulte el catálogo oficial en el que demostramos la erosión genética para cada especie alimentaria superior.

¡Esta cifra de 3244 nuevas variedades es una gigantesca chulería!

1. Esas nuevas “variedades” son solamente los clones de unas y otras. Todos los agrónomos serios de Francia, USA Y Canadá se ponen de acuerdo para decir que la base genética de todas las “variedades” modernas es extremadamente restringida.

2. Esas nuevas “variedades”, (clones), son nuevas sólo durante unos años y luego son abandonadas. Esto quiere decir por ejemplo que para las especies siguientes, la mayoría de las variedades presentes en el 2004 no existirán más dentro de 10 años.

- De las 320 variedades de trigo, inscritas en el 2004, el 82% tienen menos de 10 años de edad.

- De las 400 variedades de tomates, inscritas en el 2004, el 75% tienen menos de 10 años de edad.

- De las 1527 “variedades” de maíz, inscritas en el 2004, el 88% tienen menos de 10 años de edad.

- De las 400 “variedades” de lechugas, inscritas en el 2004, el 81% tiene menos de 10 años de edad.

- De las 318 "variedades” de melones, inscritas en el 2004, el 72% tienen menos de 10 años de edad.

Como podemos ver, el total de “variedades”, de esas cinco especies solamente,
(siendo clones la mayor parte de ellas), inscritas en el catálogo del 2004, ¡es de 2965!

3. A pesar de que la lógica interna al dogma DHS nos interesa muy poco, nos preguntamos cómo esta famosa Distinción podría ser establecida en un campo que contuviera 1527 clones de maíz pretendidamente diferentes. ¡La distinción debe estar en la etiqueta!

En el mismo comunicado, el Sr. Gracian evoca la escasa concentración de la industria de las semillas. ¡No debemos compartir las mismas nociones de concentración!

- Hoy en día, 5 compañías semilleras controlan el 75% de las semillas hortenses a nivel mundial.

De los 106 clones heterocigóticos (híbridos F1”) de calabacines inscritos en el catálogo 2004, 88 (a saber el 83 % son de hecho propiedad de 3 multinacionales: Limagrain (62 clones), Monsanto (17 clones) y Syngenta (9 clones).

¡Tenemos ahí, indudablemente, un concentrado de clones de calabacines!

Evoquemos ahora las declaraciones del Sr. Wohrer, en un comunicado presentado sobre el sitio del GNIS, según las cuales la creación varietal moderna sería fuente de biodiversidad.

“La salvaguarda de la biodiversidad. En agricultura, la biodiversidad no se reduce a unas cuantas variedades antiguas: por ejemplo, existen en el mundo más de 3500 variedades de patatas salvajes y cultivadas. Los recursos genéticos se han conservado desde hace mucho tiempo en el seno de la hilera de semillas por los seleccionadores y redes especializadas, que sacan o extraen de las semillas los caracteres interesantes para la creación varietal. Esta conservación exige un trabajo colosal: científicos pluridisciplinarios, lugares y modos de conservación variados, descripciones precisas y un control riguroso para que esos recursos genéticos puedan ser mantenidos vivos y que puedan ser reproducidos. La conservación de los recursos genéticos exige técnicas competentes que van más allá del oficio de agricultor. Finalmente, la creación permanente de nuevas variedades a partir de esos recursos, llevada a cabo por empresas de selección cuyo oficio es hacer eso, contribuye a enriquecer la biodiversidad.”

Nosotros nos oponemos firmemente a todas esas aserciones.

1. Las especies cultivadas no son la parte emergida de la biodiversidad. No existe parte inmersa de la biodiversidad. Además, en el paradigma occidental, el concepto de especies cultivadas es muy restrictivo. En efecto, la erosión genética no es solamente varietal, es también específica. La seguridad alimentaria mundial depende de una veintena de especies que abastecen el 95% de las calorías alimentarias en el planeta.

2. ¿Quién ha pretendido que la biodiversidad se reducía a algunas antiguas variedades? Las 3500 variedades de patatas citadas son también antiguas variedades.

3. La biodiversidad alimentaria no tiene en absoluto necesidad de todo el arsenal citado (trabajo colosal, científicos pluridisciplinarios, etc…) La biodiversidad alimentaria ha sido conservada de forma viviente en los campos de los campesinos durante miles de años.

Es aberrante y demasiado fácil, después de haber confiscado todas esas variedades y haberlas encerrado en los congeladores, pretender ahora que sin la modernidad técnica no habría sido posible salvaguardarlas.

4. Es absolutamente erróneo pretender que el agricultor no tiene las competencias técnicas para conservar esta biodiversidad alimentaria. Una vez más, es demasiado fácil haber sectorizado al campesino en una tarea de producción confiscándole las tareas de reproducción de semillas y pretender ahora que no lo sabe hacer. La biodiversidad alimentaria es la herencia de millares de años de labor campesina.

Las técnicas y los conocimientos correspondientes de reproducción de esta biodiversidad son igualmente la herencia de esa labor. Es innegable que el campesino no tiene la capacidad de administrar la creación informatizada de quimeras genéticas. De todas maneras, los días de este tipo de agricultura mortífera están contados y es una bendición que el mundo campesino se mantenga al margen de la elaboración de esas necrotecnologías. O por lo menos que no asuma la responsabilidad directa.

5. Ya casi no hay ninguna creación permanente de nuevas variedades que contribuyan al enriquecimiento de la biodiversidad. Es una superchería total.

- las variedades modernas no son variedades, ¡son clones!

- ¡solamente disponemos de una parte ínfima de la biodiversidad alimentaria para la creación de esos clones!

*Veamos un ejemplo para el maíz: “En Europa occidental, Francia en particular, la mayor parte de los híbridos tienen un pariente dentado americano, el otro es un córneo europeo. El inventario de los córneos europeos precoces se realiza rápidamente, se limita sobre todo a la población Lacaune du Tarn y Garonne 1 de la que Andre Cauderon y Lascols, seleccionadores del Inra, extrajeron dos descendencias, F7 y F2, a principios de los años 1950. Solas o juntas, estas dos descendencias están presentes en la mayoría de los maíces precoces de la Europa del Norte.

Hallauer señaló en 1981 que de las 129 razas de maíz descritas, reagrupando cada una varias decenas de poblaciones, sólo tres son utilizadas, o sea alrededor del 2%.

…La explosión del cultivo del maíz a consecuencia del descubrimiento de los híbridos ha mejorado innegablemente la producción pero ha creado nuevos problemas: la uniformidad genética, la ausencia de variabilidad y la pérdida de material. Esta pérdida gradual se llama habitualmente erosión genética pero el término propuesto por Harlan, en 1972, de: “borradura genética” parece más apropiado…” Páginas 223-224 de la obra “Fabuloso Maíz de J. P Gay.

(Según André Cauderon, la población Lacaune, de la que proviene la descendencia F2 y F7 del Inra, estaba constituida de hecho, por y para un total de 2 plantas.)

*He aquí otro ejemplo para la soja. En Julio 2004, una estación agrícola del USDA, en Illinois, el Ministerio de Agricultura de EEUU. (en colaboración con la Universidad de Illinois) introdujo nuevas variedades de soja. Randall Nelson, el responsable de la unidad, declara: “Hemos introducido este material genético para ampliar la base genética de la soja cultivada en los EEUU, que es muy restringida. Los seleccionadores utilizaron menos del 1% de los recursos genéticos de soja disponibles para desarrollar las variedades actualmente disponibles.”

*Otro ejemplo para el trigo: Según los agrónomos, en Canadá todos los trigos cultivados se derivarían de la variedad Red Fife.

Este trigo legendario introducido en 1842 había sido enviado de Ucrania y David Fife, en Ontario, obtuvo 5 espigas de las que 3 fueron comidas por una vaca. Fue el trigo de reproducción utilizado para desarrollar las variedades Marquis y Thatcher que dominaron todo el mercado durante la primera mitad del siglo XX. Dos espigas serían pues los ancestros genéticos de una gran parte de los trigos cultivados en Norteamérica.

*Tenemos este otro ejemplo para el pepino: Los seleccionadores holandeses fueron muy lejos en los procesos de erosión genética. Crearon variedades amargas a partir de una base que no era en absoluto limitada: en efecto, al hacer un cribado de 15000 plantas descubrieron una planta de la variedad inglesa “Largo verde mejorado” con frutos no amargos. Todas las variedades modernas de sabor no amargo se derivan de esta sola y única planta.

*He aquí otro ejemplo para la patata. En primer lugar precisemos que el CIP de Lima catalogó más de 5000 variedades de patatas de nueve especies diferentes de Solanum. Existen también en América Latina 226 especies de patatas no cultivadas. La patata es un ejemplo de variedad cuya base genética es excesivamente limitada.

a) En el Estado de Idaho, que es el principal estado productor de patatas en EEUU, la variedad Russet Burbank (Desarrollada por Luther Burbank en 1871) cubría – en el año 2000 - el 74% de la superficie con cultivo de patatas de otoño.
b) En Bélgica, en Flandes, año 2000, la variedad Binjte cubría el 77% de la superficie cultivada de patata. La variedad Binjte, recordémoslo, ha sido desarrollada en el 2005.

Existen en el catálogo del 2004, 190 variedades de patatas. La variedad de Luther Burbank nos ofrece un buen ejemplo de antigua variedad utilizada (en monocultivo, es cierto), ¡pero que sigue haciendo camino!

Otra superchería que debemos ahora descubrir es la aserción según la cual el catálogo oficial no sería fuente de erosión genética porque en él existen todavía variedades antiguas.

Veamos la situación para algunas especies. También aquí, para más detalles, aconsejamos al lector consultar la rúbrica: ‘erosión genética de cada especie’.

*Tomates. En 1995: 87% de clones heterocigóticos y 2% de antiguas variedades. En el 2004: 96% de clones heterocigóticos y el 1% de antiguas variedades.

*Pepinos. En 1995: el 83% de clones heterocigóticos y el 10% de antiguas variedades. En el 2004: el 92% de clones heterocigóticos y el 5% de antiguas variedades.

* Calabacines. En 1995; el 84% de clones heterocigóticos y el 13% de antiguas variedades. En 2004: el 92% de clones heterocigóticos y el 6% de antiguas variedades.

* Coliflor. En 1995: el 41% de clones heterocigóticos. En el 2004 el 78% de clones heterocigóticos.

* Col de Milán. En 1995: 61% de clones heterocigóticos. En el 2004: el 83% de clones heterocigóticos.

* Col Cabus. En 1995: el 64% de clones heterocigóticos. En el 2004 el 82% de clones heterocigóticos.

A este ritmo las antiguas variedades habrán desaparecido del catálogo en 10 años y la gama entera será de clones heterocigóticos!

El catálogo oficial vector de encerramiento

Al leer la introducción de Jean-Pierre Berlan es fácil comprender las dos vías reales que han permitido a las multinacionales monopolizar las semillas y lo viviente a escala planetaria. La vía tecnológica esteriliza lo vivo para impedir que se reproduzca en el campo del campesino (son los clones heterocigóticos y quimeras genéticas de tipo Terminator o Gurts).

La vía jurídica instaura un sistema de confiscación de lo viviente por medio del rodeo de las patentes y otros certificados para las obtenciones vegetales. Existe una tercera vía que es la vía reglamentaria: De todo el mundo Francia es sin duda el país más cerrado a nivel de las semillas.

Este bloqueo reglamentario se ejercita de varios modos: inscripción obligatoria al catálogo, certificaciones (semillas estándares…), embalajes con especificaciones muy estrictas, etc. El hostigamiento administrativo puede tomar formas muy variadas y ello genera seguramente puestos de empleo.

La creación de un registro anexo: “variedades antiguas para jardineros aficionados” (en diciembre de 1997) pudo dejar pensar que este sistema se suavizaba (se volvía flexible) para permitir que las antiguas variedades hortenses pudieran sobrevivir. Pero hubo que descartar esto rápidamente ya que las condiciones de inscripción no eran razonables.

Recordemos que hacía falta :

- hacer un pago (en la época 1450 francos) a fin de obtener un semi-derecho para cada una de las variedades a inscribir.

- demostrar que las variedades tienen más de 15 años de edad.

- demostrar la DHS (Distinción, Homogeneidad, Estabilidad)

- tenerlas de modo permanente en el campo de experimentación con el fin de que los inspectores del Estado puedan ejercer su prerrogativa de control

- reservarlas estrictamente para el uso del aficionado.

El término “aficionado” no es tomado en su sentido etimológico de gustar (en latín) sino que designa a los jardineros. Esta cláusula prohíbe pues, a todo hortelano no aficionado, comercializar verduras de variedades antiguas inscritas en la lista de aficionados. Algunos años atrás existía por lo menos una tolerancia hacia los hortelanos que comercializaban plantas de variedades antiguas llamadas “aficionado”. ¡Nunca pudimos comprender dónde se suponía que podían encontrar dichas plantas!

También hay que precisar que este registro anexo se creó a petición de la Federación Nacional de Profesionales de semillas Hortenses y Florales. Por un correo fechado el 16 de octubre de 1998, esta federación había convidado a Terre de Semences a que regularizara la “situación de variedades antiguas no inscritas en el Catálogo francés o colectivo”.

Esta misma federación es la que denunció en el año 2004 a la Asociación kokopelli.

El 23 de septiembre de 1999, Jean Wohrer, entonces encargado de la sección de hortalizas, enviaba una carta con membrete del GNIS a Tèrre de Semences:

“El dispositivo concebido en colaboración con los productores y distribuidores concernidos permite ahora describir con suficiente precisión estas variedades conocidas desde hace más de 15 años y autorizar la comercialización de sus semillas. De este modo participaremos en la preservación de una biodiversidad efectiva, protegiendo a los compradores de semillas contra las denominaciones falsas.

… Por falta de una gestión inmediata por su parte, usted sería objeto de persecuciones previstas por la reglamentación en respuesta a los controles efectuados por los servicios de la Competencia y de la Represión de los Fraudes”.

El dispositivo mencionado por el Sr. Wohrer es de hecho un formulario en 22 puntos utilizado por el UPOV para la distinción de las variedades. En lo que toca a las antiguas variedades, este formulario parece una farsa gigantesca.

Tomemos el ejemplo del tomate. El color del fruto a madurez puede ser rojo, anaranjado, amarillo o rosa. ¿Qué pasa entonces con las variedades de color blanco, verde, morado, negro o multicolor? En cuanto a la talla de los tomates, puede ser muy pequeña, pequeña, mediana, grande, muy grande. ¿Qué significa muy grande? ¿Dónde colocamos tomates de 500 gramos, 900 gramos y de 1kg 400?

Si se respetan al pie de la letra las exigencias de este registro anexo, las antiguas variedades no pueden ser integradas en él porque es imposible hablar de DHS. ¿Qué significa, en realidad, homogeneidad y estabilidad en el caso de antiguas variedades?

Jean Pierre Berlan nos ha hecho ver por otra parte que incluso el UPOV había abandonado toda tentativa de definir verdaderamente una variedad.

En cuanto al hecho de demostrar que las variedades son notoriamente conocidas desde más de 15 años, este trabajo necesitaba años de búsquedas históricas en el caso de variedades muy antiguas pero consideradas como terruño o familiares y que nunca fueron propuestas en un catálogo comercial.

No comprendemos además, lo que el Sr. Wohrer evocaba al decir: “preservación de una biodiversidad efectiva” y vemos difícilmente en qué o cómo la no inscripción de una variedad antigua vuelve irreal la preservación.

¡La invocación de la protección de los compradores contra denominaciones falsas es muy reglamentaria! Algunos habían declarado igualmente que este registro anexo permitiría “sanear” el comercio. ¿De qué comercio se trata?

¿Cómo podemos todavía atrevernos a invocar la protección del consumidor cuando la agricultura moderna, altamente tóxica, destruye todos los ecosistemas y produce alimentos venenosos cancerígenos? Ni siquiera hablamos de expedientes fácilmente evacuados en las alcantarillas de la historia: buey con hormonas, la enfermedad de las vacas locas, los cochinos alimentados con aguas residuales, las aguas potables impropias para el consumo, esparcimiento de lodo en los campos… El repertorio de los daños agrícolas es interminable.

¿Al servicio de qué intereses, el catálogo oficial?

Si la agro tecnología continúa inflando sus delirios, el mercado de las semillas será muy pronto totalmente clonado y completamente patentado.

No habrá entonces necesidad alguna de catálogo oficial reglamentario puesto que los bloqueos o encerraduras técnicas y jurídicas estarán completos. Esto mismo es lo que nos expresó claramente un día un agente de la Represión de Fraudes confiándonos que su servicio estaba condenado a término, debido a la puesta en marcha de los procesos de autocontrol por parte de la industria y por consiguiente de la agro-industria.

Es de todos modos una situación que de hecho ya existe puesto que dentro de un organismo como el CTPS ocupan un escaño los semilleros, entre los que están los superpotentes grupos multinacionales. ¿Y qué decir acerca del GNIS (¡un agrupamiento inter-profesional!) cuyos asalariados son funcionarios-as de Estado y de los cuales algunos son también juramentados agentes de la Represión de los fraudes?
¡¡Nos vuelven a saturar ad nauseam, con wl discurso de las virtudes del libre intercambio, del liberalismo (disfrazado de cualquier cosa) e incluso a veces con las virtudes de una “concurrencia libre y no falsificada”!!

¿Entonces por qué un catálogo reglamentario?

¿Por qué este encarnizamiento en Francia a catalogar variedades antiguas hortenses (o variedades de cereales) y a erradicarlas si no están catalogadas?

¿Por qué el catálogo es aplicado de manera tan laxista o caprichosa (¡por no decir que no es aplicado en absoluto!) en otros países de la Comunidad europea?

¿La naturaleza del consumidor francés es tal que haya que protegerlo contra los peligros (de fraude, falsificación, denominación falsa) que no pueden asaltar a los consumidores en otros países de la Comunidad Europea?

Además, ¿por qué no existe ningún catálogo reglamentario que sea puesto en vigor en Norteamérica, a saber, en Canadá y EEUU?

La situación (2004) en esos dos países es la siguiente:

- Existen 274 sociedades semilleras, por consiguiente 274 catálogos de semillas que proponen variedades no híbridas.

- Esas variedades no híbridas son en total 8494. (¡ocho mil cuatrocientas noventa y cuatro!)

¡En EEUU y en Canadá no existe ningún registro, ningún organismo estatal que pueda reglamentar la comercialización de esas variedades no híbridas y una gran proporción son sus antiguas variedades (no clonadas)!

No es nuestra intención hacer alabanzas a la agricultura en EEUU que, en otros aspectos, es innegablemente la agricultura más tóxica del planeta. Somos muy conscientes de que este liberalismo agrícola- en lo que concierne a variedades antiguas – contrasta con la imposición de diktats que erradican la biodiversidad y destruyen la agricultura tradicional en los países del Tercer Mundo. Queremos justo subrayar la libertad total de la que gozan los semilleros en EEUU y Canadá para producir, promover y comercializar antiguas variedades.

¿En qué es tan diferente nuestra dulce Francia, en este aspecto, a las otras naciones del hemisferio norte, para que pueda manifestarse un clima tal de hostilidades de cara a las antiguas variedades hortenses y antiguos cereales?

Estaríamos incluso inclinados a pensar que el consumidor ha ejercido desde los últimos diez años una vigilancia que ha impedido que Francia naufragara en el ‘todo transgénico’. La sociedad civil ha llevado a cabo un trabajo fenomenal de información para que Francia no fuera invadida de cereales, oleaginosas y hortalizas modificadas genéticamente.

Los militantes (René Riesel, José Bové…) fueron metidos en la cárcel por haber cortado algunas plantas transgénicas mientras que el pueblo (el 80%) no quiere en su plato plantas alimentarias modificadas genéticamente. Y las multinacionales de la agroquímica envenenan impunemente al planeta desde hace decenas de años.

Un catálogo oficial… y una biodiversidad que sería oficiosa

El catálogo oficial es cada vez más el barómetro de una erosión genética inexorable y cada vez más se intensifican los grandes y bellos discursos, las convenciones, tratados, simposios sobre el tema de la protección de la biodiversidad!

Es como si se intentara hacer un exorcismo de la erosión genética implacable, por medio de formulas rituales y embrujos: biodiversidad, valorización del patrimonio, conservación de las especies de legumbres, modos de gestión de los recursos genéticos, etc.

Hagamos un retorno al pasado que nos permitirá hacer algunas aclaraciones sobre el viraje de los años 1978-1980.

El director del INRA, Jacques Poly, se pone el atuendo de las biotecnologías, mientras que el INRA pasa en 1980 bajo una co-tutela del Ministerio de Investigación. Ese ministerio lanza en 1982 un gran programa sobre las biotecnologías cuyo actor principal es el INRA. El decenio 1970 es una época de plena crisis para el INRA y algunos de sus dirigentes comienzan a interrogarse sobre el modelo productivista.

Max Rives, el director del Departamento GAP (Genética y Mejoramiento de las Plantas) emite entonces numerosas críticas al encuentro del genio genético (y de sus “aprendices de brujo” ¡como él los llama!) y subraya las limitaciones del trabajo sobre los caracteres monogénicos, como por ejemplo, el escaso interés agronómico y el rodeo de las resistencias. En eso se une a los trabajos del agrónomo Canadiense Raoul Robinson (autor de la obra “Return to Resistence” –Retorno a la Resistencia-) que demostró por una vía enteramente consagrada a la selección de plantas alimentarias por medio de la resistencia horizontal, que el dogma del ‘todo monogénico’ no era sino una enorme superchería, una más.

No obstante la tendencia biotec lo lleva al INRA. Los contratos de agrónomos se hacen menos numerosos y aumentan los de de los biólogos moleculares.

En esta misma época, a principios de los años 1980, diversos actores en escena empiezan a subirse las mangas para salvar los muebles. Son pequeños semilleros: Sylvia Schmidt con Biau Germe, Philippe des Brosses con la granja Sainte Marthe, Philipe Baumaux con un enorme catálogo en Nancy. Ellos son jardineros coleccionadores, muy numerosos para poder mencionarlos a todos: Víctor Renaud, Jean y Colette Hchard, Nicole y Juan Bautista Prades, Gérard Brossette, Pierre Bourgois, André Hatesse, Jean Guillaume, Daniel André, etc… Castillos (como el de St Jean Beauregard de Mme Curel) empiezan a abrir sus puertas, y empiezan a haber exposiciones y ferias (por ejemplo la feria de las Cucurbitáceas de Tranzault impulsada por Jean Aubourg) para poner a disposición de los jardineros tesoros de recursos genéticos.

Se organiza el primer simposio en Angers, en octubre de 1985 sobre el tema: “La diversidad de las plantas leguminosas: ayer, hoy y mañana”. En ese simposio, André Cauderon, entonces director de la Oficina de Recursos Genéticos, intervino en estos términos sobre el tema de adaptación de los reglamentos”…Los reglamentos no deben seguir agravando el problema de la erosión genética, ni siquiera provocar una sospecha de que eso pueda ocurrir.”

El Sr. André menciona seguidamente la repartición de la biodiversidad sobre el terreno, que él divide en cuatro grupos de material vegetal:

1. Las variedades de gran impacto económico;
2. Las variedades de difusión limitada;
3. Las variedades cuyo interés se resume a sus cualidades de genitores;
4. El material representado por las formas salvajes

Él explicita el punto 2 como sigue: “Las variedades de difusión limitada: rol agrícola local, arpillera de súper-especialidad, tipos que convienen a los aficionados para la producción de frutos, legumbres o flores con significación histórica, folklórica, etc.

Esas variedades “secundarias” contribuyen a mantener un mínimo de diversidad genética, alimentaria y cultural, lo cual es deseable.
Pero cada una tiene un peso económico restringido: sería demasiado costoso imponerles las mismas restricciones que a las grandes variedades. Sería también superfluo. Un sistema simplificado de reglamentación de la medida, a veces con carácter contractual, puede ser suficiente; los socios se conocen bien y no es necesario que las garantías sean tan grandes. Observemos que los aficionados y todo el sector asociativo debería jugar en esto un papel importante.”

Esto fue en 1985. En Diciembre de 1998, es decir un año después de que el Ministerio de Agricultura adoptara el decreto, abriendo un registro anexo para las variedades ‘aficionados’, La Comisión europea emite una directiva (98/95/EC) que permite a los Estados miembros fijar disposiciones referentes a la comercialización de semillas de variedades llamadas “de conservación”, de variedades destinadas a la agricultura biológica y de mezcla de variedades.

La gran ventaja de esta directiva parece ser una posibilidad de gran flexibilidad con relación a los aspectos DHS, ¡o inclusive el no tenerlos en cuenta!

A finales del 2004, el Sr. Loncle, diputado del Eure y antiguo ministro, atrajo la atención del Ministro de Agricultura sobre las persecuciones puestas en marcha contra la Asociación Kokopelli y sobre la aplicación de la directiva 98/95/EC. Una parte de la respuesta del Sr. Ministro, (publicada en el J.O del 21 de diciembre del 2004) es como sigue: “La directiva 98/95EC, transpuesta en derecho nacional en el año 2002, prevé completar ese cuadro reglamentario general estableciendo medidas específicas para la comercialización de las semillas, en caso de que sean conservadas ‘in situ’ y de la utilización durable de los recursos genéticos de las plantas. Estas medidas son objeto actualmente de discusiones internas dentro de la comisión…”

El ministro menciona seguidamente el registro anexo de 1997, que es un “verdadero proceso de preservación de los recursos genéticos disponibles en las plantas hortenses”. En resumen, de nuevo bonitos discursos cuando, en realidad, todos se van lanzando la pelota unos a otros y se confía la gestión de ese dossier al CTPS, que no es reputado para actuar en la dirección de una biodiversidad gestionada por los campesinos, los pequeños semilleros bio y las asociaciones de aficionados.

En diciembre del 2003, en un impulso juvenil, la Asociación kokopelli hizo incluso una proposición al Ministerio de Agricultura de inscribir una parte de sus variedades “de conservación” en el catálogo referente a la directiva 98/95EC. Probablemente esto se hizo bajo el efecto de un espejismo. Por otra parte los agentes de Represión de los Fraudes siempre se mostraron muy amables así como también el inspector de policía. Esta carta fue enviada pues al GNIS, al CTP, a la Oficina de la selección vegetal y al Sr. Ministro.
Los Sres. Woher y Boulineau (del GNIS y CTPS) tuvieron la obligación extrema de respondernos por courier invitándonos a que nos pusiéramos de acuerdo con el registro anexo y no quedarnos desfasados.

En la misma época la Asociación Kokopelli acababa de obtener uno de los cuatro premios nacionales atribuidos por la Nueva Cámara Económica Nacional, a título de la innovación económica y el trabajo humanitario de la asociación en el tercer mundo. La asociación Kokopelli era uno de los cuatro laureados nacionales, qué honor. Aquello fue un honor virtual: unos días antes de la entrega de los premios en Besancon, el premio fue retirado como consecuencia de ciertas presiones… Es bella nuestra democracia.

Se diría que los discursos son totalmente contradictorios. Encontramos igualmente en el sitio del BRG (Oficina de Recursos Genéticos) una llamada fechada en 1998, a los coleccionistas para encontrar de nuevo las variedades antiguas de achicorias y una mención que dice “esta colección está disponible, es intercambiable y valorizable” mientras que por otra parte, en el 2004, un responsable del GNIS nos dio a entender de modo muy claro y perentorio que el hecho de que los jardineros intercambiaran o dieran semillas sólo era una “tolerancia” por parte de los poderes públicos

¿Quiere esto decir claramente que está prohibido intercambiar o dar semillas de variedades hortenses no inscritas en el catálogo oficial?

Al parecer también es evidente que algunas personas no se esfuerzan ni siquiera en considerar o pretender que sería importante devolver a los jardineros el derecho de acceso a las antiguas variedades. Una de las responsables del BRG nos dio a entender de muy buena manera hace unos años, que la protección de la “biodiversidad era el trabajo del BRG y que los jardineros podían muy bien contentarse con una decena de variedades de tomates” (sic). En el mismo tono encontramos en un capítulo de la obra “Historia de las Legumbres” (Ediciones del INRA) algunos comentarios que nos parecen un poco desorbitados sobre las teorías de diversificación, la cocina de los chef, el esnobismo, etc., etc. Se diría que para algunas personas todo eso es un capricho de ricos y que el pequeño pueblo solamente tiene que contentarse con lo que le pongan en su plato, y al fin y al cabo ¡por qué no los OGM (organismos genéticamente modificados!)

Da la impresión también de que se han colocado unas buenas pantallas de humo para ocultar la realidad de la erosión genética y la realidad de la introducción insidiosa de los OGM en la agricultura, en alimentación humana y en alimentación de los animales. En enero del 2003, el GNIS organiza un coloquio titulado “Semillas y Biodiversidad: del mito a la realidad”, que fue de hecho una maniobra de comunicación a favor de los OGM.

El sitio del GNIS en Internet, en su espacio pedagógico es un ejemplo perfecto de mezcla de géneros: ¡las páginas sobre la biodiversidad y las páginas sobre los OGM cohabitan con toda convivialidad!: Historia de ahogar el pez transgénico. La AFCEV prepara un Segundo simposio sobre la diversidad de las leguminosas, para septiembre 2005. Uno de los mejores discursos, de los más bellos y de los más grandes, (florituras y maquillaje de ojos aquí y allá, pero en realidad, una triste biodiversidad).

El tratado de la FAO de junio 2004 sobre la protección alimentaria, co-firmado por 48 países, es también una magnífica sinfonía para ocultar todos los ruidos de fondo cacofónicos que son el hambre del mundo, la pérdida de la biodiversidad alimentaria, la invasión de los OGM en los países pobres, la destrucción de las agriculturas tradicionales.¡Es conmovedor ese tratado! La biodiversidad al servicio de la seguridad alimentaria.

¿El Catálogo oficial del GNIS o el de la FAO?

“La FAO estima que aproximadamente las tres cuartas partes de la diversidad genética agrícola han desaparecido a lo largo de este último siglo y de las 6300 especies de animales, 1350 están amenazadas de extinction o están ya extinguidas. Los esfuerzos mundiales para conservar los vegetales y los animales en bancos de genes, jardines botánicos y zoológicos, son vitales. Pero conservar la biodiversidad en las explotaciones agrícolas y en la naturaleza - donde la biodiversidad se adapta a la evolución de las condiciones o a la competición de otras especies - es también fundamental. En tanto que guardianes del planeta, los agricultores pueden establecer y poner en marcha la conservación de plantas y árboles locales y reproducir los animales autóctonos, asegurando de ese modo su supervivencia”.

“Los agricultores del mundo entero poseen un capital inestimable de conocimientos locales, afinados a tal punto que saben aportar perfectamente una variedad o una raza, a un determinado ecosistema agrícola”.

Los recursos genéticos de los países pobres, en los últimos años, que han sido utilizados para la selección vegetal y animal, apenas han aportado beneficio a esos países”.

“Más del 40% de la superficie emergida de la tierra es utilizada con fines agrícolas, lo que confiere a los agricultores una gran parte de la responsabilidad en la protección de la biodiversidad. Por medio de técnicas como la agricultura sin labor, la utilización reducida de los pesticidas, la práctica de la agricultura biológica y la rotación de los cultivos, los agricultores mantienen el frágil equilibrio de sus explotaciones y de los ecosistemas del entorno.”

Todas esas declaraciones de la FAO parece que estén en antinomia total con las de organismos tales como el GNIS. Según la FAO, la biodiversidad ha desaparecido; los campesinos son los garantes de la conservación de los recursos genéticos; los campesinos poseen numerosos conocimientos que les permiten obrar en la adaptación de las variedades.

¡Continuemos el combate contra las fuerzas de la inercia! Si la naturaleza de las antiguas variedades hortenses y cerealistas es tal que no pueden ser integradas en la reglamentación actual (por falta de DHS), podríamos muy bien proponer el cambio de reglamentación o bien suprimir la reglamentación. ¡E incluso estamos a favor de erradicar la reglamentación en vez de erradicar las antiguas variedades de semillas!

Osemos soñar con una comunidad humana compartiendo tomates sin falsa denominación, lechugas sin nitratos, maíz sin antibióticos, mantequilla proveniente de vacas alimentadas con buena hierba verde, trigo sin gluten alergénico, zanahorias que no hayan sido irradiadas, soja sin glifosato...

Osemos soñar con una comunidad de jardineras y campesinos compartiendo semillas no certificadas, semillas no inscritas, semillas no conformes, semillas no tratadas, semillas no irradiadas, semillas no catalogadas, en resumen semillas llenas de fuerza de vida y de amor, a imagen de las semillas que fueron sembradas por las campesinas y campesinos durante millares de años.

Osemos soñar con una DHS impregnada de humanidad: Diversidad, Humus, Semillas

¡Liberemos las semillas y el Humus!

¡Hemos de preservar algunos oasis de Semillas de Vida para que sobrevivan al naufragio del Titanic agrícola en el océano de sus vanidades!